Ayer vivimos algo extraordinario. Tras 190 años de silencio, el órgano volvió a sonar en la iglesia del monasterio de La Armedilla. No en un auditorio, no en una sala de conciertos, sino en el corazón mismo de ese templo recuperado que se llenó de música, emoción y tradición. El concierto fue a cargo del dúo Sonus Tempore, formado por Mónica Supiot (órgano) y Elías Martínez Muñiz (instrumentos tradicionales de viento). Su propuesta no fue un concierto al uso, sino un verdadero viaje sonoro a través de la religiosidad popular: una fusión única entre lo culto y lo tradicional, entre los ecos de las antiguas procesiones barrocas y los sonidos que han acompañado durante siglos a las gentes de esta tierra. Pura magia.
Y además: fue un concierto benéfico. Gracias a la generosidad de Mónica y Elías, y a la asistencia entusiasta de todos los asistentes, todo lo recaudado se destinará íntegramente a la conservación del monasterio de la Armedilla, que se ha convertido en un ejemplo reconocido de cómo los voluntarios y la sociedad civil pueden conseguir grandes cosas en la recuperación de nuestro patrimonio cultural. Lo de anoche no fue solo música. Fue memoria, fue emoción, fue un acto de amor por nuestra historia.Y fue, sobre todo, un recordatorio de que, con compromiso y cultura, el patrimonio aún puede tener futuro.


